El 26 de agosto se realizó el conversatorio “Resistencias a la violencia policial en protestas: ¿Cómo actuamos antes, durante y después?”, organizado por la académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado Tamara Jorquera, en el contexto de su Fondecyt de Iniciación 11230331 “Prácticas para prevenir la repetición de violencia policial de agentes individuales, sociedad civil y estatales entre 1990 y 2022 en Chile”.
En dicha instancia participaron como invitados Erika Parrado, académica de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá), y Eduar Castillo, miembro de Casa Memoria Suba en Bogotá. Ambos han trabajado, desde la academia y desde el activismo, analizando y buscando estrategias de resistencia a la violencia policial, experiencias que son compartidas entre Colombia y Chile, con el paro nacional y el estallido social.
La académica UAH Tamara Jorquera asegura que este encuentro ha sido posible gracias a las redes que se han tejido en el Grupo de Trabajo Memorias Colectivas y Prácticas de Resistencia del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), y con el financiamiento que ANID entrega para visitas de cooperación internacional.
“Es muy significativo para los procesos que se están desarrollando en ambos países esta posibilidad de establecer diálogos entre organizaciones sociales, estudiantes y académicos/as. Esta visita permitió avanzar en la articulación del trabajo de diferentes colectivos de Chile y Colombia y sostener discusiones para ampliar el entendimiento del problema de las violencias policiales en ambos países, así como las formas en que se puede prevenir y resistir”, agrega Jorquera.
“La idea es poder pensar en un trabajo articulado a futuro que nos permita hacer lecturas comparadas a nivel Latinoamérica, pero también pensar qué podemos aprender de las experiencias, por ejemplo, de la Casa Memoria José Domingo Cañas en Chile y de la Casa Memoria Suba en Colombia, y de otros lugares que han venido trabajando en prácticas de resistencia y de prevención frente a estas violencias, y cómo también la memoria tiene pues un lugar importante ahí”, explica Erika Parrado.
Por su parte, Eduar Castillo, asegura que “es importantísimo que las universidades se empoderen de este tipo de temas que a todos nos está tocando desafortunadamente” y analiza: “Parece que el modus operandi es el mismo que implantan las autoridades chilenas y las autoridades colombianas, el mismo método, los mismos conceptos represivos y estrategias que utilizan. Reprimir a los jóvenes que se movilizan a reclamar sus derechos fundamentales, como es de pronto el derecho a la educación, a tener un empleo digno, una vida digna, y esta forma represiva yo creo que nos corrige a todos estos países”.
Casa Memoria Suba nació en 2022, explica Castillo, como una forma de resistir a la violencia policial que experimentaron en Colombia, durante el estallido social de 2021. El 21 de junio de ese año Cristian David Castillo de la Osa fue asesinado durante las protestas, así como 14 jóvenes entre el 9 y 11 de septiembre, entre varios otros. “Nosotros hacemos memoria por nuestros jóvenes que fueron asesinados, por las víctimas y por los victimarios porque, para nosotros, los victimarios tienen que quedar en la memoria de cada uno de nosotros como pueblo colombiano. La memoria es el eje fundamental de la resistencia para nosotros seguir adelante, en contra de la violencia policial”, asegura Eduar Castillo.
Para Erika Parrado la dimensión política de la memoria que aborda Eduar a través de la Casa Memoria Suba es muy potente. “Hay que hacer memoria de las víctimas, como una forma no solo de recordarlas, dignificarlas sino también de posicionar unas memorias emocionales desde lo político: quiénes fueron las personas, qué apuestas de vida habían ahí, qué proyectos familiares estaban, porque son vidas”, dice la académica quien, además, considera que la experiencia de Casa Memoria Suba es única en Bogotá y con quienes lleva trabajando hace casi un año.
Parrado cuenta que lleva trabajando con iniciativas de resistencia en el Pacífico Colombiano hace varios años y asegura que “como universidad y como academia tenemos una responsabilidad frente a lo que sucede en nuestros contextos, no solamente visibilizar y construir conocimientos, sino de fortalecer los procesos locales”.
Para lograr esta alianza, asegura que es importante generar relaciones horizontales, donde academia y organizaciones sociales construyan conjuntamente desde los saberes propios. “Que sea una cosa construida colectivamente, consensuada, participativa, desde las metodologías colaborativas, pero a su vez que sea conocimiento que fortalezca los procesos y que permita dejar capacidad instalada”, dice.
Para Eduar Castillo es fundamental el involucramiento de la academia en los ejercicios de memoria. “Los jóvenes tienen que conocer toda la historia y violencia que ha tenido Colombia durante las movilizaciones sociales. La academia es el fogón de donde tienen que salir verdaderas personas que conozcan esta historia que ha sucedido, afirma.
“Está la dimensión de la producción de conocimiento, que no es menor, pero eso permite transformar toda la línea de la política pública y a los tomadores de decisiones, que son los que tienen la posibilidad de incidir”, finaliza Parrado.
El 26 de agosto se realizó el conversatorio “Resistencias a la violencia policial en protestas: ¿Cómo actuamos antes, durante y después?”, organizado por la académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado Tamara Jorquera, en el contexto de su Fondecyt de Iniciación 11230331 “Prácticas para prevenir la repetición de violencia policial de agentes individuales, sociedad civil y estatales entre 1990 y 2022 en Chile”.
En dicha instancia participaron como invitados Erika Parrado, académica de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá), y Eduar Castillo, miembro de Casa Memoria Suba en Bogotá. Ambos han trabajado, desde la academia y desde el activismo, analizando y buscando estrategias de resistencia a la violencia policial, experiencias que son compartidas entre Colombia y Chile, con el paro nacional y el estallido social.
La académica UAH Tamara Jorquera asegura que este encuentro ha sido posible gracias a las redes que se han tejido en el Grupo de Trabajo Memorias Colectivas y Prácticas de Resistencia del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), y con el financiamiento que ANID entrega para visitas de cooperación internacional.
“Es muy significativo para los procesos que se están desarrollando en ambos países esta posibilidad de establecer diálogos entre organizaciones sociales, estudiantes y académicos/as. Esta visita permitió avanzar en la articulación del trabajo de diferentes colectivos de Chile y Colombia y sostener discusiones para ampliar el entendimiento del problema de las violencias policiales en ambos países, así como las formas en que se puede prevenir y resistir”, agrega Jorquera.
“La idea es poder pensar en un trabajo articulado a futuro que nos permita hacer lecturas comparadas a nivel Latinoamérica, pero también pensar qué podemos aprender de las experiencias, por ejemplo, de la Casa Memoria José Domingo Cañas en Chile y de la Casa Memoria Suba en Colombia, y de otros lugares que han venido trabajando en prácticas de resistencia y de prevención frente a estas violencias, y cómo también la memoria tiene pues un lugar importante ahí”, explica Erika Parrado.
Por su parte, Eduar Castillo, asegura que “es importantísimo que las universidades se empoderen de este tipo de temas que a todos nos está tocando desafortunadamente” y analiza: “Parece que el modus operandi es el mismo que implantan las autoridades chilenas y las autoridades colombianas, el mismo método, los mismos conceptos represivos y estrategias que utilizan. Reprimir a los jóvenes que se movilizan a reclamar sus derechos fundamentales, como es de pronto el derecho a la educación, a tener un empleo digno, una vida digna, y esta forma represiva yo creo que nos corrige a todos estos países”.
Casa Memoria Suba nació en 2022, explica Castillo, como una forma de resistir a la violencia policial que experimentaron en Colombia, durante el estallido social de 2021. El 21 de junio de ese año Cristian David Castillo de la Osa fue asesinado durante las protestas, así como 14 jóvenes entre el 9 y 11 de septiembre, entre varios otros. “Nosotros hacemos memoria por nuestros jóvenes que fueron asesinados, por las víctimas y por los victimarios porque, para nosotros, los victimarios tienen que quedar en la memoria de cada uno de nosotros como pueblo colombiano. La memoria es el eje fundamental de la resistencia para nosotros seguir adelante, en contra de la violencia policial”, asegura Eduar Castillo.
Para Erika Parrado la dimensión política de la memoria que aborda Eduar a través de la Casa Memoria Suba es muy potente. “Hay que hacer memoria de las víctimas, como una forma no solo de recordarlas, dignificarlas sino también de posicionar unas memorias emocionales desde lo político: quiénes fueron las personas, qué apuestas de vida habían ahí, qué proyectos familiares estaban, porque son vidas”, dice la académica quien, además, considera que la experiencia de Casa Memoria Suba es única en Bogotá y con quienes lleva trabajando hace casi un año.
Parrado cuenta que lleva trabajando con iniciativas de resistencia en el Pacífico Colombiano hace varios años y asegura que “como universidad y como academia tenemos una responsabilidad frente a lo que sucede en nuestros contextos, no solamente visibilizar y construir conocimientos, sino de fortalecer los procesos locales”.
Para lograr esta alianza, asegura que es importante generar relaciones horizontales, donde academia y organizaciones sociales construyan conjuntamente desde los saberes propios. “Que sea una cosa construida colectivamente, consensuada, participativa, desde las metodologías colaborativas, pero a su vez que sea conocimiento que fortalezca los procesos y que permita dejar capacidad instalada”, dice.
Para Eduar Castillo es fundamental el involucramiento de la academia en los ejercicios de memoria. “Los jóvenes tienen que conocer toda la historia y violencia que ha tenido Colombia durante las movilizaciones sociales. La academia es el fogón de donde tienen que salir verdaderas personas que conozcan esta historia que ha sucedido, afirma.
“Está la dimensión de la producción de conocimiento, que no es menor, pero eso permite transformar toda la línea de la política pública y a los tomadores de decisiones, que son los que tienen la posibilidad de incidir”, finaliza Parrado.