El archivo local como práctica de resistencia en contextos de violencias sociopolíticas en Chile y Colombia, es el proyecto co-presentado por la académica de la Facultad de Psicología UAH, Tamara Jorquera, y seleccionado dentro de la Convocatoria de investigación “Democracia, Derechos Humanos y Paz: encrucijadas y desafíos desde el Estado y las organizaciones sociales” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
“La convocatoria está pensada para conectar distintos contextos de América Latina y el Caribe. Entonces, junto a una colega de Colombia y otra de Chile, nos planteamos el trabajo de archivos locales que hacen organizaciones locales con las que nosotras ya estamos articuladas”, explica la académica sobre el inicio de la idea con la que, junto a sus colegas Nastassja Mancilla, del Programa Psicología Social de la Memoria de la Universidad de Chile y Erika Parrado, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, planean analizar cómo el uso de archivos ayuda a resistir frente a distintas situaciones de violencia sociopolítica.
En el caso de Jorquera, estudiará el trabajo de Casa Memoria José Domingo Cañas, organización que hace trabajo de archivo para abordar las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en el ex Centro de Detención y Tortura José Domingo Cañas durante la dictadura, y que desde el 2011, monitorea también al Estado en el presente, considerando las situaciones sociopolíticas que condujeron a que ese lugar fuera utilizado como centro de tortura permanecen.
¿Cómo describirías este proyecto?
Este trabajo es de análisis del poder y de las prácticas de resistencia, entendiendo que a todo poder se le opone a una resistencia. Una forma de entrar a los estudios sobre el poder es desde las personas o los colectivos que resisten y es por eso que nos enfocaremos en cómo las organizaciones actualmente resisten a la violencia a partir de procesos de construcción y uso de archivos. En ese sentido, desde el punto de vista de la psicología social, buscamos estudiar cómo se emplean los archivos en un trabajo articulado de resistencia.
¿Qué factores en común existen entre las organizaciones de Chile y Colombia?
En Chile también estudiaremos el desplazamiento forzado en el sector de Panguipulli y, en Colombia, el caso de un semillero de investigadores jóvenes de Buenaventura. En las tres localidades hay un uso, una forma y un saber sobre la construcción de los archivos locales que puede ser útil a otras organizaciones. Es interesante el mismo hecho de generar el archivo y, por otro lado, las formas de usarlo en el marco de procesos de resistencia, para poder denunciar, visibilizar, demostrar y generar efectos frente a algo que se invisibiliza.
¿Cuáles son los factores o elementos comunes que tiene Chile y Colombia en contextos de violencia sociopolítica?
Son violencias que cruzan procesos de larga data, procesos coloniales que luego se van rearticulando con las élites y que han generado distintas correlaciones de fuerzas en momentos en que el poder popular ha podido articularse fuertemente y ha tenido avances. Las violencias sociopolíticas de la segunda mitad del siglo XX en ambos países han aplastado el avance del movimiento popular, entonces los intentos de cortar los lazos sociales para volver a la gestión individual de las problemáticas es algo en común en ambos contextos.
Ahora, en el caso chileno es mucho más marcada la relación de resistencia contra el Estado centralizado y su estrecha relación con las élites. En el caso colombiano se cruzan también otros elementos en una relación multilateral, porque allá están los paramilitares articulados con el Estado, los distintos grupos de guerrillas y personas que no se sienten ni en un lado ni en el otro.
El archivo local como práctica de resistencia en contextos de violencias sociopolíticas en Chile y Colombia, es el proyecto co-presentado por la académica de la Facultad de Psicología UAH, Tamara Jorquera, y seleccionado dentro de la Convocatoria de investigación “Democracia, Derechos Humanos y Paz: encrucijadas y desafíos desde el Estado y las organizaciones sociales” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
“La convocatoria está pensada para conectar distintos contextos de América Latina y el Caribe. Entonces, junto a una colega de Colombia y otra de Chile, nos planteamos el trabajo de archivos locales que hacen organizaciones locales con las que nosotras ya estamos articuladas”, explica la académica sobre el inicio de la idea con la que, junto a sus colegas Nastassja Mancilla, del Programa Psicología Social de la Memoria de la Universidad de Chile y Erika Parrado, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, planean analizar cómo el uso de archivos ayuda a resistir frente a distintas situaciones de violencia sociopolítica.
En el caso de Jorquera, estudiará el trabajo de Casa Memoria José Domingo Cañas, organización que hace trabajo de archivo para abordar las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en el ex Centro de Detención y Tortura José Domingo Cañas durante la dictadura, y que desde el 2011, monitorea también al Estado en el presente, considerando las situaciones sociopolíticas que condujeron a que ese lugar fuera utilizado como centro de tortura permanecen.
¿Cómo describirías este proyecto?
Este trabajo es de análisis del poder y de las prácticas de resistencia, entendiendo que a todo poder se le opone a una resistencia. Una forma de entrar a los estudios sobre el poder es desde las personas o los colectivos que resisten y es por eso que nos enfocaremos en cómo las organizaciones actualmente resisten a la violencia a partir de procesos de construcción y uso de archivos. En ese sentido, desde el punto de vista de la psicología social, buscamos estudiar cómo se emplean los archivos en un trabajo articulado de resistencia.
¿Qué factores en común existen entre las organizaciones de Chile y Colombia?
En Chile también estudiaremos el desplazamiento forzado en el sector de Panguipulli y, en Colombia, el caso de un semillero de investigadores jóvenes de Buenaventura. En las tres localidades hay un uso, una forma y un saber sobre la construcción de los archivos locales que puede ser útil a otras organizaciones. Es interesante el mismo hecho de generar el archivo y, por otro lado, las formas de usarlo en el marco de procesos de resistencia, para poder denunciar, visibilizar, demostrar y generar efectos frente a algo que se invisibiliza.
¿Cuáles son los factores o elementos comunes que tiene Chile y Colombia en contextos de violencia sociopolítica?
Son violencias que cruzan procesos de larga data, procesos coloniales que luego se van rearticulando con las élites y que han generado distintas correlaciones de fuerzas en momentos en que el poder popular ha podido articularse fuertemente y ha tenido avances. Las violencias sociopolíticas de la segunda mitad del siglo XX en ambos países han aplastado el avance del movimiento popular, entonces los intentos de cortar los lazos sociales para volver a la gestión individual de las problemáticas es algo en común en ambos contextos.
Ahora, en el caso chileno es mucho más marcada la relación de resistencia contra el Estado centralizado y su estrecha relación con las élites. En el caso colombiano se cruzan también otros elementos en una relación multilateral, porque allá están los paramilitares articulados con el Estado, los distintos grupos de guerrillas y personas que no se sienten ni en un lado ni en el otro.