Natalia Castillo: “La pasantía en el Centro de DD. HH. me permitió vincular la pedagogía de la memoria como medida de justicia transicional”

Natalia Castillo Jamett es abogada de la Universidad Central y realizó un Máster en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos en la Universidad de Granada (España). Fue a partir de la investigación para su trabajo de finalización que llegó como pasante al Centro de Derechos Humanos de la Universidad Alberto Hurtado, donde trabajó de cerca con la académica María Soledad Jiménez.

Como abogada, siempre se había involucrado con los derechos humanos desde lo jurídico, hasta que decidió conectar la justicia transicional con la pedagogía de la memoria por impulso de su tutora Alena Karpavá y su experiencia en el sitio de memoria Ex Comisaría Barón, agrupación en la que participa desde 2021.

Este sitio de memoria, ubicado en Valparaíso, es un inmueble patrimonial que data de 1871 y que fue utilizado como centro clandestino de detención, tortura y exterminio por la CNI durante la dictadura. Natalia fue parte del equipo interdisciplinario que trabajó en la elaboración del expediente técnico del sitio para que fuera declarado como monumento histórico en 2024.

“Por eso también me metí al postgrado, para darle sustento teórico, e hice ambas cosas de manera paralela. Le mostré el trabajo del sitio a mi profesora y ella quedó súper entusiasmada con los sitios de memoria en Chile”, cuenta Natalia. Esto porque, según explica, en España no existe la figura de sitio de memoria y, si es que hay, están apenas demarcados.

“Hay que ponerlo en circulación para que nosotros revaloricemos las prácticas que llevamos haciendo y para que se puedan replicar en otros lugares”, comenta Natalia, quien se refiere al rol que cumplen estos lugares como establecimientos educacionales informales, algo que vivió durante su trabajo en la Ex Comisaría Barón.

Allí, comenta, se daba un constante intercambio de experiencias entre estudiantes de distintas disciplinas y personas que estuvieron presas en ese lugar: “Te vas dando cuenta de que el espacio en sí es un lugar de formación inherente y todo el trabajo que realizamos en el sitio potencia esa misma labor pedagógica que tiene como vestigio”.

Así fue como llegó al Centro de Derechos Humanos de la UAH, buscando conectar la justicia y la educación, donde realizó una pasantía entre abril y julio de este año.

“En el Centro aplican la interdisciplinariedad en concreto, lo que me permitió vincular la pedagogía de la memoria como medida de justicia transicional no oficial en su función jurídica, y también visibilizar los efectos que despliega a nivel internacional en las medidas de reparación, verdad, justicia. Todo esto se dio en el diálogo con María Soledad”, afirma Natalia.

Pedagogía de la memoria

Natalia comenta que en estos sitios de memoria se dan las condiciones para que nazcan prácticas que, en su esencia, provienen de la educación popular, y que se constituyen como pedagogía de la memoria, la cual “es emergente, está en construcción; no tiene una fórmula estándar, pero sí lineamientos, bases, fundamentos teóricos y métodos estructurados”.

Así, realizó una investigación situada con el Sitio de Memoria Rocas de Santo Domingo con el propósito de analizar cómo este espacio, a través de sus prácticas de pedagogía de la memoria, contribuye a la construcción de una cultura de paz en el lugar donde se encuentra. Este trabajo se articula con su proyecto de máster, orientado a desarrollar una propuesta pedagógica para los sitios de memoria que pueda ser replicada en contextos escolares.

En la foto: Gabriela Fuentes, Isabel Soiza, Ana Becerra y Tomás Torres del Sitio de Memoria Rocas de Santo Domingo.

Natalia reconoce que tanto el impulso por rescatar estos sitios de memoria como las prácticas educacionales informales provienen principalmente de las organizaciones sociales y agrupaciones de derechos humanos y que, al darse fuera de la institucionalidad, la responsabilidad recae sobre ellos.

No debería ser solamente labor de las personas sobrevivientes volver a recuperar los sitios, pero sí tiene que ver con la potencia que ellas mismos despiertan, porque son quienes tienen las memorias de ese lugar. Es súper fuerte la labor que tienen que desempeñar, pero de alguna manera reparan en el ejercicio de esa función. La mera existencia de estos espacios permite que ocurra una reparación desde la propia organización, recuperación y refuncionalización como lugares de derechos humanos”, concluye.

Fruto de esta investigación, surgió un proyecto de intervención socioeducativa en pedagogía de la memoria que presentó al programa de becas de la ANID para doctorados en el extranjero 2025, el cual fue seleccionado y que Natalia desarrollará durante los próximos cuatro años en el programa doctoral en Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada en España.

Natalia Castillo: “La pasantía en el Centro de DD. HH. me permitió vincular la pedagogía de la memoria como medida de justicia transicional”

Natalia Castillo Jamett es abogada de la Universidad Central y realizó un Máster en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos en la Universidad de Granada (España). Fue a partir de la investigación para su trabajo de finalización que llegó como pasante al Centro de Derechos Humanos de la Universidad Alberto Hurtado, donde trabajó de cerca con la académica María Soledad Jiménez.

Como abogada, siempre se había involucrado con los derechos humanos desde lo jurídico, hasta que decidió conectar la justicia transicional con la pedagogía de la memoria por impulso de su tutora Alena Karpavá y su experiencia en el sitio de memoria Ex Comisaría Barón, agrupación en la que participa desde 2021.

Este sitio de memoria, ubicado en Valparaíso, es un inmueble patrimonial que data de 1871 y que fue utilizado como centro clandestino de detención, tortura y exterminio por la CNI durante la dictadura. Natalia fue parte del equipo interdisciplinario que trabajó en la elaboración del expediente técnico del sitio para que fuera declarado como monumento histórico en 2024.

“Por eso también me metí al postgrado, para darle sustento teórico, e hice ambas cosas de manera paralela. Le mostré el trabajo del sitio a mi profesora y ella quedó súper entusiasmada con los sitios de memoria en Chile”, cuenta Natalia. Esto porque, según explica, en España no existe la figura de sitio de memoria y, si es que hay, están apenas demarcados.

“Hay que ponerlo en circulación para que nosotros revaloricemos las prácticas que llevamos haciendo y para que se puedan replicar en otros lugares”, comenta Natalia, quien se refiere al rol que cumplen estos lugares como establecimientos educacionales informales, algo que vivió durante su trabajo en la Ex Comisaría Barón.

Allí, comenta, se daba un constante intercambio de experiencias entre estudiantes de distintas disciplinas y personas que estuvieron presas en ese lugar: “Te vas dando cuenta de que el espacio en sí es un lugar de formación inherente y todo el trabajo que realizamos en el sitio potencia esa misma labor pedagógica que tiene como vestigio”.

Así fue como llegó al Centro de Derechos Humanos de la UAH, buscando conectar la justicia y la educación, donde realizó una pasantía entre abril y julio de este año.

“En el Centro aplican la interdisciplinariedad en concreto, lo que me permitió vincular la pedagogía de la memoria como medida de justicia transicional no oficial en su función jurídica, y también visibilizar los efectos que despliega a nivel internacional en las medidas de reparación, verdad, justicia. Todo esto se dio en el diálogo con María Soledad”, afirma Natalia.

Pedagogía de la memoria

Natalia comenta que en estos sitios de memoria se dan las condiciones para que nazcan prácticas que, en su esencia, provienen de la educación popular, y que se constituyen como pedagogía de la memoria, la cual “es emergente, está en construcción; no tiene una fórmula estándar, pero sí lineamientos, bases, fundamentos teóricos y métodos estructurados”.

Así, realizó una investigación situada con el Sitio de Memoria Rocas de Santo Domingo con el propósito de analizar cómo este espacio, a través de sus prácticas de pedagogía de la memoria, contribuye a la construcción de una cultura de paz en el lugar donde se encuentra. Este trabajo se articula con su proyecto de máster, orientado a desarrollar una propuesta pedagógica para los sitios de memoria que pueda ser replicada en contextos escolares.

En la foto: Gabriela Fuentes, Isabel Soiza, Ana Becerra y Tomás Torres del Sitio de Memoria Rocas de Santo Domingo.

Natalia reconoce que tanto el impulso por rescatar estos sitios de memoria como las prácticas educacionales informales provienen principalmente de las organizaciones sociales y agrupaciones de derechos humanos y que, al darse fuera de la institucionalidad, la responsabilidad recae sobre ellos.

No debería ser solamente labor de las personas sobrevivientes volver a recuperar los sitios, pero sí tiene que ver con la potencia que ellas mismos despiertan, porque son quienes tienen las memorias de ese lugar. Es súper fuerte la labor que tienen que desempeñar, pero de alguna manera reparan en el ejercicio de esa función. La mera existencia de estos espacios permite que ocurra una reparación desde la propia organización, recuperación y refuncionalización como lugares de derechos humanos”, concluye.

Fruto de esta investigación, surgió un proyecto de intervención socioeducativa en pedagogía de la memoria que presentó al programa de becas de la ANID para doctorados en el extranjero 2025, el cual fue seleccionado y que Natalia desarrollará durante los próximos cuatro años en el programa doctoral en Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada en España.