Estudiar Psicología en Chile

Cuando un estudiante de cuarto medio decide estudiar Psicología –decisión compleja en sí misma–, se enfrenta a un escenario de oferta académica enorme y variada. Dónde estudiar se trasforma en una elección tanto o más compleja que la opción vocacional.

Por Mauricio Arteaga M., PhD. Decano Facultad de Psicología, Universidad Alberto Hurtado

La elección vocacional es una que compromete a un estudiante no sólo por los cuatro a siete años que pasará estudiando, sino que compromete a quien financie los estudios a cancelar, en promedio, unos $15 millones en cinco años, la mayoría de las veces endeudándose por la totalidad u una parte significativa de este monto. Además, la elección vocacional compromete al estudiante con un oficio, profesión que deberá ejercer durante toda su vida laboral, y con la cual debería alcanzar su desarrollo personal, familiar y financiero.

No hay en el marcado chileno ningún producto o servicio que tenga tanta variedad de oferta y de cuya elección se deriven consecuencias tan trascendentes. Elegir banco, sistema de cobertura de salud o AFP, es un proceso más simple. Por lo demás, casi todos estos bienes y servicios se pueden cotizar, comparar, incluso devolver, y existen instituciones públicas y privadas que se dedican a orientar al consumidor en su elección.

En la “industria” universitaria estas instancias son escasas y cuentan con información poco confiable para orientar al estudiante. Una de ellas son los rankings.

El panorama de los rankings

En 2010, 43 planteles de educación superior ofrecen programas conducentes a la licenciatura y al título profesional de psicólogo en modalidad diurna y/o vespertina. Son 124 programas, 42 en Santiago y 82 en regiones. Esto significa 2.279 vacantes en la Región Metropolitana, que representan aproximadamente el 42% de todas las vacantes ofrecidas en 2010 en el país (5.453 en total).

La jerarquización más antigua del país –fundada más en la tradición que en la calidad– es la distinción entre Universidades pertenecientes al Consejo de Rectores (CRUCH) y las llamadas “privadas”. A las primeras se les asocia con la tradición, la calidad, el servicio público, la formación de las elites intelectuales, incluso su pertenencia al Estado. A las segundas se las ha asociado (desde sus orígenes a comienzos de los años ochenta) a instituciones de mala o mediocre calidad, destinadas a formar a las elites económicas (no intelectuales) y que buscan más el lucro de sus dueños que un fin de servicio público. Primer equívoco: una parte importante de las universidades que pertenecen al CRUCH son corporaciones de derecho privado, y por tanto no son diferentes en su origen de las llamadas “privadas”.

Independiente del origen, esta segregación se asocia muy poco a la calidad. Es efectivo que las tres o cuatro mejores universidades del país pertenecen a este grupo, también en lo que respecta a Psicología, pero también es cierto que desde hace dos décadas, existen cada vez más universidades “privadas” que han superado en indicadores de calidad a varias universidades pertenecientes al CRUCH.

Otro sistema para jerarquizar las universidades, en Chile y el mundo, son los rankings. A nivel mundial existen dos estándar: el de Shanghai (ARWU) y el Times Higher Education World University Rankings británico. En Chile los más populares son los de las revistas Qué Pasa y América Economía. Con diferencias metodológicas importantes entre ambos, los dos se construyen sobre una mezcla de percepciones de futuros empleadores de las disciplinas y carreras más populares y demandadas, con otros indicadores: calidad docente, calidad de estudiantes en puntaje PSU, infraestructura, acreditación, investigación, publicaciones, y otros, ponderados con pesos relativos para cada indicador.

Así, cada carrera es calificada en una serie de indicadores, lo que da un ranking de las “10 mejores” y las que siguen.

Dentro de las complejidades de este sistema, incluyendo los motivos ideológicos y políticos (de quién es la revista, quién la lee, porqué se hace el ranking), se debe considerar el peso excesivamente alto que se le otorga a la percepción de mercado laboral para valorizar la calidad de un programa o carrera en particular. En este sentido, las universidades con más titulados, las más masivas, las más antiguas y las que gastan más dinero en publicidad, siempre estarán más “en mente” de los empleadores, aunque tengan pocos académicos y bajos índices de productividad científica.

Además, ¿por qué comparar la cantidad y calidad de docentes contratados en un plantel con la cantidad de salas de clase y multicanchas de una institución? ¿O el valor de la acreditación de una carrera versus la opinión de un grupo de ejecutivos, potenciales contratantes de los titulados de tal o cual carrera? ¿Es necesariamente mejor una universidad con más espacios físicos que con más profesores de planta?

Por otro lado está el concepto de calidad en sí mismo. En la revista Qué Pasa, se definió calidad según la opinión mayoritaria de mil ejecutivos encuestados “Un 39% se inclinó por considerar clave al cuerpo académico docente del plantel. Un 29% dijo que era la exigencia académica, seguido por un 24% que opinó que era contar con una infraestructura adecuada para impartir carreras. “Formación profesional y valórica de los estudiantes, así como investigación y desarrollo también son factores considerados”.[1]

¿Qué debe ponderarse más, un cuerpo académico de excelencia en la docencia o que investigue temas relevantes para el país? ¿Un cuerpo académico con formación de postgrado o uno que acerque al estudiante a su futuro campo laboral?

Ciertamente, los rankings de universidades tampoco consideran un factor decisivo para una gran cantidad de estudiantes y sus familias al momento de elegir: las facilidades de acceso económico.

¿Acaso no debiera ser un indicador de calidad de una universidad o carrera la cantidad de becas que entrega, o los servicios de apoyo financiero que ofrece a sus futuros estudiantes? Si se cree que la calidad es un atributo inseparable de la equidad, entonces sí debiera considerarse.

Una recomendación cercana

Como el pudor y la decencia lo indican, no sería adecuado que le recomendara al lector que la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado es una gran alternativa para estudiar Psicología. Pero si se puede aconsejar qué es lo que debe buscar para decidir donde conviene estudiar esta carrera[2]:

  1. La cantidad de académicos contratados jornada completa y la proporción de estudiantes por académico. Es un indicador de la disponibilidad real de profesores que tendrá un estudiante durante su carrera.
  2. La cantidad de investigación realizada por los académicos de tiempo completo medida en fondos públicos obtenidos y cantidad de publicaciones realizadas. Indica la calidad del cuerpo académico, porque parte de su función es generar conocimiento público y relevante para el país.
  3. Número de estudiantes por curso y promoción, número de secciones y cantidad de alumnos por sección. Indica algunas características de las orientaciones pedagógicas que sostiene la unidad en particular, particularmente a lo personalizado o lo masivo del proceso de enseñanza.
  4. Promedio PSU de los estudiantes matriculados. Es un indicador traicionero. Si bien a mayor puntaje PSU se espera un mejor rendimiento universitario, lo que conllevaría un ambiente académico más rico, también el puntaje de PSU se asocia fuertemente al origen socioeconómico del estudiante, por lo que es un indicador de selectividad no asociado al mérito ni al talento per se.
  5. Becas para matrícula, por rendimiento, por situación socioeconómica, duración de la beca y condiciones de mantención. Indicador directamente asociado a la posibilidad de acceso a la educación superior, índice de vocación de servicio público de una institución.
  6. Recursos educacionales: Computadores, Biblioteca, salas de clase, Centro de Atención Psicológica, laboratorios. Indica, en parte, dónde se invierte al dinero que los estudiantes entregan a la institución: en aspectos centrales para la labor universitaria (docencia, investigación y extensión) o en parafernalia.
  7. Acreditación de la Universidad y la carrera. Es un indicador de autorregulación interna de cada institución y carrera, es decir, si cada unidad es capaz de conocer sus fortalezas y debilidades y mantiene mecanismos sistemáticos para hacerles frente a los problemas y potenciar sus ventajas. También indica que la institución tiene acceso al Crédito con Aval del Estado.

Las orientaciones que entregamos no son exhaustivas ni jerárquicas, pero sin duda ayudarán a un potencial estudiante a discriminar dentro de una oferta académica en Psicología excesivamente amplia y de disímil nivel en calidad.

Suerte en ello.

 


[1] Revista Qué Pasa, diciembre 2010, págs. 16-17

[2] La mayoría de estos indicadores los puede encontrar en www.cned.cl