El miércoles 27 de marzo Javiera Navarro, Directora del Magíster en Clínica Relacional con Niños, Niñas y Adolescentes, publicó en el medio La Segunda la columna de opinión Desafíos para compatibilizar la vida familiar y laboral.
“La nueva ley de conciliación de la vida personal, familiar y laboral representan un avance significativo desde diversas perspectivas, tanto para los y las trabajadores/as, como para quienes reciben cuidados. Parece evidente, primera vista, que se ha dado un primer paso hacia modelos más flexibles y eso debería ser positivo. Sin embargo, es crucial considerar la complejidad que implica la integración de estos dos ámbitos, especialmente desde la psicología del desarrollo y la experiencia de la vida familiar, áreas que han sido objeto de escaso estudio hasta ahora.
Históricamente, la sociedad ha separado claramente el trabajo y los cuidados, con el trabajo siendo realizado en un espacio específico, la oficina, y los cuidados en otro espacio, el hogar. La pandemia trastocó este orden, fusionando estos mundos y revelando aspectos positivos como problemas significativos. Desde la psicología del desarrollo, es importante comprender que trabajar desde casa no es sinónimo de cuidar, especialmente cuando se trata de la atención sensible y responsiva que requieren niños, niñas y otras personas altamente dependientes. Que una madre esté en la casa trabajando, no significa que podrá estar con un/a hijo/a pequeño/a u enfermo, que realmente requiere de 100% de atención.
Existe el riesgo de que se sobreestime la capacidad de conciliar trabajo y cuidado, lo que podría llevar a una carga aún mayor para los/las cuidadoras, que sabremos recaerá en las mujeres de este país.
Es fundamental reconocer que el trabajo y los cuidados son esferas distintas, y que mezclarlas indiscriminadamente puede tener consecuencias negativas para el bienestar tanto de los trabajadores como de quienes reciben cuidados. Si bien la inclusión de principios como la parentalidad positiva, la corresponsabilidad social y la protección a la maternidad y paternidad en el Código del Trabajo es un paso en la dirección correcta, es necesario un análisis cuidadoso y una investigación exhaustiva para comprender cómo se desarrollarán estas políticas en la práctica.
Es imperativo que estas medidas no solo promuevan el bienestar de los y las trabajadores/as, sino que también garanticen el cuidado adecuado de quienes dependen de ellos, esto podría ser un flaco favor a miles de niños/as que crecerán con la experiencia de tener a una madre/padre en presencia (en casa), pero totalmente ausente o estresado/a . La conciliación entre la vida laboral y familiar debe buscar un equilibrio que beneficie a todas las partes involucradas, debe escuchar las voces de niños y niñas, y debe promover la igualdad de oportunidades y el desarrollo saludable tanto de los y las niños como de sus cuidadoras.”
El miércoles 27 de marzo Javiera Navarro, Directora del Magíster en Clínica Relacional con Niños, Niñas y Adolescentes, publicó en el medio La Segunda la columna de opinión Desafíos para compatibilizar la vida familiar y laboral.
“La nueva ley de conciliación de la vida personal, familiar y laboral representan un avance significativo desde diversas perspectivas, tanto para los y las trabajadores/as, como para quienes reciben cuidados. Parece evidente, primera vista, que se ha dado un primer paso hacia modelos más flexibles y eso debería ser positivo. Sin embargo, es crucial considerar la complejidad que implica la integración de estos dos ámbitos, especialmente desde la psicología del desarrollo y la experiencia de la vida familiar, áreas que han sido objeto de escaso estudio hasta ahora.
Históricamente, la sociedad ha separado claramente el trabajo y los cuidados, con el trabajo siendo realizado en un espacio específico, la oficina, y los cuidados en otro espacio, el hogar. La pandemia trastocó este orden, fusionando estos mundos y revelando aspectos positivos como problemas significativos. Desde la psicología del desarrollo, es importante comprender que trabajar desde casa no es sinónimo de cuidar, especialmente cuando se trata de la atención sensible y responsiva que requieren niños, niñas y otras personas altamente dependientes. Que una madre esté en la casa trabajando, no significa que podrá estar con un/a hijo/a pequeño/a u enfermo, que realmente requiere de 100% de atención.
Existe el riesgo de que se sobreestime la capacidad de conciliar trabajo y cuidado, lo que podría llevar a una carga aún mayor para los/las cuidadoras, que sabremos recaerá en las mujeres de este país.
Es fundamental reconocer que el trabajo y los cuidados son esferas distintas, y que mezclarlas indiscriminadamente puede tener consecuencias negativas para el bienestar tanto de los trabajadores como de quienes reciben cuidados. Si bien la inclusión de principios como la parentalidad positiva, la corresponsabilidad social y la protección a la maternidad y paternidad en el Código del Trabajo es un paso en la dirección correcta, es necesario un análisis cuidadoso y una investigación exhaustiva para comprender cómo se desarrollarán estas políticas en la práctica.
Es imperativo que estas medidas no solo promuevan el bienestar de los y las trabajadores/as, sino que también garanticen el cuidado adecuado de quienes dependen de ellos, esto podría ser un flaco favor a miles de niños/as que crecerán con la experiencia de tener a una madre/padre en presencia (en casa), pero totalmente ausente o estresado/a . La conciliación entre la vida laboral y familiar debe buscar un equilibrio que beneficie a todas las partes involucradas, debe escuchar las voces de niños y niñas, y debe promover la igualdad de oportunidades y el desarrollo saludable tanto de los y las niños como de sus cuidadoras.”