Cómo es el voluntariado en Chile

Un estudio realizado por la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado y patrocinado por Fondecyt[1] reveló datos claves de la participación social que implica el trabajo de voluntariado en Chile. ¿Cómo son los voluntarios y cuáles son sus trayectorias? Aquí las principales respuestas.

Por José Antonio Román Brugnoli* y Sebastián Ibarra González**. *Director Magíster en Psicología Social, UAH. **Docente e Investigador Facultad de Psicología, UAH.

De acuerdo al estudio,[1] en general la gran mayoría de las personas en nuestro país no han realizado voluntariado en toda su vida (78%).

Del 22% que ha efectuado este tipo de trabajo, un 14% no lo realiza actualmente: solo  un 7% hace voluntariado en el presente y apenas el 1% es voluntario por primera vez.

Sin embargo, aunque la cantidad de personas que hace voluntariado en nuestro país sea baja, sobre todo si se la compara con otras formas de hacer solidaridad como la donación del vuelto en la compra, la intensidad con que este grupo de personas práctica el voluntariado es alta: más de la mitad declara hacer voluntariado con una frecuencia de una vez por semana, y un tercio dice involucrarse una vez al mes. Esto es un indicador de que las personas que se implican en actividades de voluntariado en Chile, lo estarían haciendo con un nivel de compromiso alto.

La mayoría de este voluntariado es realizado a través de organizaciones e instituciones formales (86%), y sólo una parte menor se hace mediante autogestión (14%).

Dentro de las instituciones que canalizan a los voluntariados las más importantes son las iglesias (40%), seguidas de las organizaciones del tercer sector y fundaciones de ayuda (27%).  El resto está representado por las organizaciones funcionales, como el colegio, la universidad o el lugar de trabajo (19%) y las organizaciones intermedias o de representación, como juntas de vecinos (14%).

Respecto de las áreas de acción a las que se dedican nuestros voluntarios, las que lideran son la asistencia social (37%) y la salud (22%), seguidas de deporte-recreación (15%) y educación (13%). La construcción y reparación de viviendas, y la capacitación o asesoría a emprendimientos obtienen apenas un 10% cada una.

Considerando que una de las estrategias más consensuadas y declaradas para favorecer la superación de las condiciones de pobreza es la habilitación social y laboral de las personas que se encuentran en esta condición, llama la atención que la dedicación del voluntariado a estas actividades sea tan baja.

Al indagar por los grupos destinatarios finales de la ayuda voluntaria, obtenemos que se da una distribución bastante equitativa (45% y 40% de elecciones) entre adultos mayores, niños, pobres e indigentes, jóvenes o comunidades. Sólo mujeres y enfermos o discapacitados presentan dedicaciones menores, con un 32% y un 23% respectivamente[2].

¿Qué es lo que lleva a las personas a realizar actividades de voluntariado? El estudio identificó dos tipos de motivaciones: heterorreferidas (centradas en la ayuda que se hace a otro)  y autorreferidas (centradas en los beneficios que se obtienen de hacer voluntariado). Mientras un 44% reconoce ambos tipos de motivaciones, un 28% indica solo motivaciones heterroreferidas y solo un 6% autorreferidas, lo que da a entender que el altruismo no es la fuente exclusiva de motivación para el voluntariado, pero sí una muy importante.

En la contraparte, la falta de tiempo lidera las razones para no involucrarse en actividades de voluntariado (55%), seguida de la falta de información (21%) y el desinterés (16%).  De las personas que consignaron la falta de tiempo como principal razón, más de la mitad lo atribuye a las exigencias del trabajo remunerado, un cuarto a las tareas del hogar y un 10% a la demanda de los estudios.

Las trayectorias de voluntariado

¿Cuál de las etapas de vida es en la que se realiza más voluntariado? Los resultados desafían al sentido común. De los encuestados que potencialmente podrían haber realizado voluntariado en cada etapa evaluada, en promedio un 14% lo hizo en el período laboral pleno (entre los 26 y los 59 años), un 12% en la etapa de estudios superiores o laboral temprana (entre los 19 y 25 años de edad), un 11% en la laboral tardía o jubilación (a partir de los 60 años de edad), y solo un 8% en el período escolar (antes de los 18 años de edad).

¿Es el voluntariado algo persistente? La  mayoría de los encuestados dijo haber realizado voluntariado en solo una de estas etapas de la vida (66%). El 19% lo ha hecho en más de un momento de sus vidas y solo el 15% ha realizado actividades de voluntariado siempre. Por tanto el voluntariado se caracterizaría como una experiencia más bien suscrita a una etapa de la vida, y no de continuidad.

 Las variables que explican la práctica del voluntariado

Cuando nos preguntamos qué explica que algunas personas tengan más posibilidades de practicar más voluntariado que otras, dentro de los factores que tienen una incidencia positiva encontramos que haber participado en actividades de voluntariado en la etapa escolar es una de las variables que más peso tienen.  Otra casi tan relevante es la sociabilidad: a mayor cantidad de amigos, mayor práctica de voluntariado.

Siguen las variables compromiso religioso, nivel educacional, posición discursiva, el género y la confianza en cercanos. Efectivamente, la práctica es mayor entre quienes se declaran comprometidos con algún credo religioso y entre quienes poseen mayor nivel educacional. Quiénes tienden a identificarse con una posición discursiva que sostiene la importancia del Estado como un agente central de la solidaridad social destinada a mejorar las condiciones de equidad, también tienden a realizar voluntariado con una mayor frecuencia. Finalmente, las mujeres  hacen más voluntariado que los varones, y también quienes tienen mayores niveles de confianza en sus seres cercanos (familiares, compañeros de trabajo o de estudio).

Por la otra parte, entre los factores que tienen una incidencia negativa, se encuentra vivir en la Región Metropolitana: quienes viven en regiones dan cuenta de mayores frecuencias de práctica del voluntariado. Otro factor en contra del voluntariado es el grado de exposición a la televisión: a mayor cantidad de horas diarias dedicadas a ella, menor es la frecuencia de práctica del voluntariado.

Desafíos

Si consideramos que el voluntariado podría ser una poderosa vía de participación a través de la cual es posible generar vías alternativas de distribución de la riqueza social, puede ser relevante pensar en su condición actual y en las maneras de incentivarlo.

Por una parte tenemos el desafío de aumentar la cantidad de personas que destinan parte de su tiempo a este tipo de actividades. En este marco habría que considerar la importancia que cobra la socialización temprana. Tenemos como variables de incidencia positiva la cantidad de amigos y la confianza en cercanos, que son rasgos que suelen adquirirse en la infancia y adolescencia, estimulados por los estilos de crianza y la educación formal. Haber tenido experiencias de voluntariado en el colegio, también aparece como un factor que estimula la participación posterior en este tipo de actividades.

Otras variables vinculadas son el compromiso religioso y la identificación con valores que ven como importante la equidad social y el rol del Estado, en cuya educación la familia y el colegio juegan también un papel protagónico.

También se presenta como otro desafío presentar ofertas de voluntariado para las diferentes etapas vitales, vinculadas a las instituciones que se vuelven gravitantes en cada una de ellas (colegios, instituciones de educación superior e instituciones empleadoras),  y que la permitan como  que se desarrolle  como una experiencia a lo largo de la vida de una persona

Finalmente, ya que la mayoría del voluntariado es mediado por instituciones, y entre ellas las iglesias y las organizaciones del tercer sector tienen un lugar preponderante, se hace necesario presentar, publicitar y conducir un tipo de voluntariado que sobrepase las fronteras de la asistencia social y se dedique a cubrir las conocidas necesidades en educación, capacitación y asesoría de quienes sufren de manera más aguda y crónica los efectos de la inequidad social en Chile.

 


[1] La encuesta fue realizada a 934 casos en la RM, Valparaíso y Biobío, con un muestreo polietápico y aleatorio, a personas entre 15 y 70 años de edad. La representatividad es de 67% para población urbana y 58% para la rural. Se trabajó con un nivel de confianza del 95% y un margen de error de +/- 3,5%.

[2] Pregunta de selección múltiple en donde cada encuestado podía elegir más de una alternativa para describir al destinatario de su ayuda.


[1] Proyecto Fondecyt Nº 1090534: “Solidaridad, capital social y voluntariado: su construcción en el discurso de la política pública y las campañas de promoción, y sus relaciones empíricas en la población nacional” (marzo 2009 – marzo 2012).