[COLUMNA] Licencias irregulares y el riesgo de aumentar el descuido estructural por la salud mental materna

Por Javiera Navarro y Paulina Sánchez, directoras del Diplomado Intervenciones en Psicología Perinatal en Chile y Latinoamérica UAH

Publicada en El Mostrador

La reciente exposición mediática de casos de uso irregular de licencias médicas por parte de funcionarios públicos que viajaban mientras declaraban incapacidad laboral ha generado legítima preocupación. Sin embargo, al instalarse un discurso generalizado de sospecha hacia las licencias médicas, se corre el riesgo de invisibilizar realidades urgentes: miles de mujeres en Chile ven rechazadas sus solicitudes de extensión del postnatal o de licencias complementarias, a pesar de encontrarse en contextos de alto sufrimiento psíquico, carencia de redes y condiciones clínicas comprobadas.

Incluso, ahora se las expone a procesos sumarios y posibles sanciones, cuando no hay razones médicas relevantes para que una madre y su bebé no puedan usar el permiso postnatal lejos del lugar donde trabajan, sobre todo si es que sus únicas redes de apoyo se encuentran en otra ciudad.

Más del 80% de las licencias por salud mental son otorgadas a mujeres, muchas de ellas en edad reproductiva. A pesar de ello, no existen lineamientos que reconozcan la salud mental perinatal como categoría clínica. La negativa sistemática de licencias posteriores al postnatal —incluso ante diagnósticos de depresión postparto o ansiedad— refleja una estructura que desconfía de la experiencia materna y deja en manos individuales lo que es un problema de salud pública.

Se debe considerar que los primeros meses de vida de niñas y niños son críticos para el establecimiento del vínculo con sus madres o cuidadores primarios. Ese vínculo requiere tiempo, estabilidad emocional y condiciones para desplegar cuidados afectivos y corporales, lo que constituye el factor protector principal para el desarrollo psíquico del bebé.

Sin embargo, son escasos los y las profesionales que cuentan con las herramientas y formación especializada para identificar la relación que tiene la salud mental materna con el bienestar del bebé, por lo que no integran estos factores en la evaluación que realizan para otorgar o extender licencias a mujeres en esta etapa.

Chile cuenta con un permiso postnatal de 24 semanas, extensible parcialmente si el padre lo utiliza. Sin embargo, su aplicación es rígida y muchas mujeres deben regresar a sus trabajos antes de estar en condiciones de hacerlo, incluso cuando su salud o la de sus hijos e hijas lo desaconsejan.

Actualmente, nuestro país no cuenta con un Plan Nacional de Salud Mental que incorpore de manera explícita la Salud Mental Perinatal. Esta omisión impide desarrollar protocolos técnicos, criterios diagnósticos y herramientas clínicas para orientar la atención en esta etapa. Sin lineamientos claros, las decisiones sobre licencias quedan sujetas a criterios dispares, lo que profundiza la inequidad y expone a las madres a evaluaciones descontextualizadas.

La inclusión de esta dimensión en un futuro Plan Nacional permitiría generar manuales técnicos, establecer criterios clínicos compartidos y construir herramientas que orienten la toma de decisiones, incluyendo el otorgamiento fundado de licencias médicas. Para que esto sea posible, se requiere formación especializada que facilite la implementación real de estos protocolos, y que brinde a los equipos profesionales los conocimientos necesarios para actuar con sensibilidad, coherencia y respaldo técnico.

La salud mental perinatal debe ser reconocida como prioridad clínica, política y social.

[COLUMNA] Licencias irregulares y el riesgo de aumentar el descuido estructural por la salud mental materna

Por Javiera Navarro y Paulina Sánchez, directoras del Diplomado Intervenciones en Psicología Perinatal en Chile y Latinoamérica UAH

Publicada en El Mostrador

La reciente exposición mediática de casos de uso irregular de licencias médicas por parte de funcionarios públicos que viajaban mientras declaraban incapacidad laboral ha generado legítima preocupación. Sin embargo, al instalarse un discurso generalizado de sospecha hacia las licencias médicas, se corre el riesgo de invisibilizar realidades urgentes: miles de mujeres en Chile ven rechazadas sus solicitudes de extensión del postnatal o de licencias complementarias, a pesar de encontrarse en contextos de alto sufrimiento psíquico, carencia de redes y condiciones clínicas comprobadas.

Incluso, ahora se las expone a procesos sumarios y posibles sanciones, cuando no hay razones médicas relevantes para que una madre y su bebé no puedan usar el permiso postnatal lejos del lugar donde trabajan, sobre todo si es que sus únicas redes de apoyo se encuentran en otra ciudad.

Más del 80% de las licencias por salud mental son otorgadas a mujeres, muchas de ellas en edad reproductiva. A pesar de ello, no existen lineamientos que reconozcan la salud mental perinatal como categoría clínica. La negativa sistemática de licencias posteriores al postnatal —incluso ante diagnósticos de depresión postparto o ansiedad— refleja una estructura que desconfía de la experiencia materna y deja en manos individuales lo que es un problema de salud pública.

Se debe considerar que los primeros meses de vida de niñas y niños son críticos para el establecimiento del vínculo con sus madres o cuidadores primarios. Ese vínculo requiere tiempo, estabilidad emocional y condiciones para desplegar cuidados afectivos y corporales, lo que constituye el factor protector principal para el desarrollo psíquico del bebé.

Sin embargo, son escasos los y las profesionales que cuentan con las herramientas y formación especializada para identificar la relación que tiene la salud mental materna con el bienestar del bebé, por lo que no integran estos factores en la evaluación que realizan para otorgar o extender licencias a mujeres en esta etapa.

Chile cuenta con un permiso postnatal de 24 semanas, extensible parcialmente si el padre lo utiliza. Sin embargo, su aplicación es rígida y muchas mujeres deben regresar a sus trabajos antes de estar en condiciones de hacerlo, incluso cuando su salud o la de sus hijos e hijas lo desaconsejan.

Actualmente, nuestro país no cuenta con un Plan Nacional de Salud Mental que incorpore de manera explícita la Salud Mental Perinatal. Esta omisión impide desarrollar protocolos técnicos, criterios diagnósticos y herramientas clínicas para orientar la atención en esta etapa. Sin lineamientos claros, las decisiones sobre licencias quedan sujetas a criterios dispares, lo que profundiza la inequidad y expone a las madres a evaluaciones descontextualizadas.

La inclusión de esta dimensión en un futuro Plan Nacional permitiría generar manuales técnicos, establecer criterios clínicos compartidos y construir herramientas que orienten la toma de decisiones, incluyendo el otorgamiento fundado de licencias médicas. Para que esto sea posible, se requiere formación especializada que facilite la implementación real de estos protocolos, y que brinde a los equipos profesionales los conocimientos necesarios para actuar con sensibilidad, coherencia y respaldo técnico.

La salud mental perinatal debe ser reconocida como prioridad clínica, política y social.