Señor Director:
En carta del viernes, erróneamente titulada “Vientre subrogado”, dos facultativos de la Universidad de los Andes hablan de los riesgos de legislar sobre técnicas de reproducción asistida, específicamente sobre subrogación, e interpelan a expertos en salud mental a dar su visión. Me gustaría responder:
1. La mejor evidencia mundial disponible sobre salud mental y técnicas de reproducción asistida la ha provisto el equipo de la Dra. Susan Golombok, de la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Esta evidencia acumulada por más de 30 años da cuenta de que en contextos de legislación clara, todas las partes (donantes, receptores y futuros/as hijos/as) tienen desarrollos emocionales y salud mental absolutamente dentro de rangos normales.
2. Me parece delicado que personas que trabajan en contextos académicos, mencionen “supuesta evidencia” sobre traumas infantiles de personas, sin hacer referencia específica a ella. Esto parece poco cuidadoso hacia quienes dicen defender y lleva el debate al lugar que expresan querer evitar, el de la liviandad.
3. En mi calidad de doctora en psicología, académica e investigadora a cargo de la primera y única investigación nacional a la fecha sobre familias dono-concebidas y relatos de orígenes, puedo decir que la reproducción por terceras partes siempre implica, al menos, tres perspectivas: donantes, receptores y futuros/as hijos/as. Por lo tanto, es natural que sea un campo contencioso que requiere una especial consideración desde la ética y legislar es justamente la forma que tenemos las sociedades modernas para hacernos cargo de esta complejidad.
No legislar es dejar a todas las partes invisibilizados/as. Pero además aprovecho esta oportunidad para agregar que necesitamos legislación basada en evidencia científica nacional; por lo tanto, espero no solo podamos debatir leyes, sino además pensar en formas de promover la investigación local en nuevas configuraciones familiares. Es aquí donde puede estar una de las claves para enfrentar los desafíos de un país cuya tasa de natalidad es cada vez más baja.
Doctora en Psicología, Académica Universidad Alberto Hurtado
Señor Director:
En carta del viernes, erróneamente titulada “Vientre subrogado”, dos facultativos de la Universidad de los Andes hablan de los riesgos de legislar sobre técnicas de reproducción asistida, específicamente sobre subrogación, e interpelan a expertos en salud mental a dar su visión. Me gustaría responder:
1. La mejor evidencia mundial disponible sobre salud mental y técnicas de reproducción asistida la ha provisto el equipo de la Dra. Susan Golombok, de la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Esta evidencia acumulada por más de 30 años da cuenta de que en contextos de legislación clara, todas las partes (donantes, receptores y futuros/as hijos/as) tienen desarrollos emocionales y salud mental absolutamente dentro de rangos normales.
2. Me parece delicado que personas que trabajan en contextos académicos, mencionen “supuesta evidencia” sobre traumas infantiles de personas, sin hacer referencia específica a ella. Esto parece poco cuidadoso hacia quienes dicen defender y lleva el debate al lugar que expresan querer evitar, el de la liviandad.
3. En mi calidad de doctora en psicología, académica e investigadora a cargo de la primera y única investigación nacional a la fecha sobre familias dono-concebidas y relatos de orígenes, puedo decir que la reproducción por terceras partes siempre implica, al menos, tres perspectivas: donantes, receptores y futuros/as hijos/as. Por lo tanto, es natural que sea un campo contencioso que requiere una especial consideración desde la ética y legislar es justamente la forma que tenemos las sociedades modernas para hacernos cargo de esta complejidad.
No legislar es dejar a todas las partes invisibilizados/as. Pero además aprovecho esta oportunidad para agregar que necesitamos legislación basada en evidencia científica nacional; por lo tanto, espero no solo podamos debatir leyes, sino además pensar en formas de promover la investigación local en nuevas configuraciones familiares. Es aquí donde puede estar una de las claves para enfrentar los desafíos de un país cuya tasa de natalidad es cada vez más baja.
Doctora en Psicología, Académica Universidad Alberto Hurtado