Jornada de 40 horas: la oportunidad de repensar el trabajo

No queda más que celebrar la aprobación en la Cámara de Diputadas y Diputados del proyecto que reduce la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales sin que afecte a la remuneración. Exceptuando la votación en contra de la ultraderecha, la amplia mayoría obtenida, sumada a la unanimidad que el proyecto obtuvo en el Senado en marzo, dan cuenta de un amplio acuerdo de convivencia social respecto del trabajo, el cuidado y el no-trabajo.

Las ciencias sociales han mostrado desde hace mucho tiempo que trabajar más no significa trabajar mejor, sino por el contrario, que las jornadas largas de trabajo intensifican el riesgo psicosocial y pueden afectar seriamente a nuestra salud mental y física.

Si bien la nueva ley fija una gradualidad máxima para su implementación, las empresas tienen la oportunidad de adelantar desde ya la instalación de las 40 horas. Obviamente, esto requiere ajustes presupuestarios, sobre todo cuando se trabaje en sistemas de turno y en procesos que requieren una presencia efectiva de los trabajadores frente a clientes o a procesos de trabajo continuos. Pero en una amplia cantidad de trabajos, la reducción de la jornada ofrece la oportunidad de cambiar la manera de medir el trabajo, y más profundamente, de pensar el contenido de los puestos de trabajo.

Primero, relevando los objetivos y estándares de logro y de calidad que hablen más claramente del trabajo bien hecho, muy distintos de las horas trabajadas por cada persona. Luego, y para poder exigir esos objetivos y estándares de trabajo bien hecho, dando las posibilidades de autonomía y de delegación, para que los trabajadores y las trabajadores pongan en práctica sus mejores habilidades y recursos en sus espacios de trabajo.

Tenemos la oportunidad de adelantar la vigencia de las 40 horas y, de paso, repensar el trabajo que se realiza en nuestras organizaciones, replantear la distribución de tareas y los criterios con que se valora el aporte de cada una y cada uno. Así, además de trabajar algunas horas menos a la semana, podremos alcanzar nuevos espacios de reconocimiento, realización y calidad de vida en el trabajo.

 

Revisa la nota original en El Mostrador

Jornada de 40 horas: la oportunidad de repensar el trabajo

No queda más que celebrar la aprobación en la Cámara de Diputadas y Diputados del proyecto que reduce la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales sin que afecte a la remuneración. Exceptuando la votación en contra de la ultraderecha, la amplia mayoría obtenida, sumada a la unanimidad que el proyecto obtuvo en el Senado en marzo, dan cuenta de un amplio acuerdo de convivencia social respecto del trabajo, el cuidado y el no-trabajo.

Las ciencias sociales han mostrado desde hace mucho tiempo que trabajar más no significa trabajar mejor, sino por el contrario, que las jornadas largas de trabajo intensifican el riesgo psicosocial y pueden afectar seriamente a nuestra salud mental y física.

Si bien la nueva ley fija una gradualidad máxima para su implementación, las empresas tienen la oportunidad de adelantar desde ya la instalación de las 40 horas. Obviamente, esto requiere ajustes presupuestarios, sobre todo cuando se trabaje en sistemas de turno y en procesos que requieren una presencia efectiva de los trabajadores frente a clientes o a procesos de trabajo continuos. Pero en una amplia cantidad de trabajos, la reducción de la jornada ofrece la oportunidad de cambiar la manera de medir el trabajo, y más profundamente, de pensar el contenido de los puestos de trabajo.

Primero, relevando los objetivos y estándares de logro y de calidad que hablen más claramente del trabajo bien hecho, muy distintos de las horas trabajadas por cada persona. Luego, y para poder exigir esos objetivos y estándares de trabajo bien hecho, dando las posibilidades de autonomía y de delegación, para que los trabajadores y las trabajadores pongan en práctica sus mejores habilidades y recursos en sus espacios de trabajo.

Tenemos la oportunidad de adelantar la vigencia de las 40 horas y, de paso, repensar el trabajo que se realiza en nuestras organizaciones, replantear la distribución de tareas y los criterios con que se valora el aporte de cada una y cada uno. Así, además de trabajar algunas horas menos a la semana, podremos alcanzar nuevos espacios de reconocimiento, realización y calidad de vida en el trabajo.

 

Revisa la nota original en El Mostrador