PSU y familias: La paradoja de ser diferente

Por Verónica Gubbins Foxley, Doctora en Ciencias de la Educación, PUC. Directora Magíster en Psicología Educacional. Facultad de Psicología, UAH.

La aplicación de la PSU de este año se ha visto rodeada de un importante debate público. Se discute su efectividad para garantizar acceso igualitario a la formación universitaria de los jóvenes chilenos. Ello en el contexto de que la universidad se ha convertido en una de las grandes aspiraciones de las familias chilenas. Así lo muestran los resultados que se obtienen de la encuesta de opinión a los actores educativos aplicada por el Centro de investigación de la Educación de la Universidad Alberto Hurtado desde el año 1999 a la fecha. En el año 2000, el 70,8% de los apoderados aspiraba a que sus hijos e hijas accedieran a la universidad. El porcentaje aumentó a 87,9% en 2008.

Sin embargo, vale la pena preguntarse respecto a cuál es el valor simbólico que subyace tras estas aspiraciones. Estudios recientes muestran diferencias según nivel socio-económico (Gubbins, 2011). Las familias más desventajadas en lo económico se sienten satisfechas con el solo hecho de que sus hijos e hijas acceden a la universidad en tanto fin en sí mismo. Para las familias más ricas, por el contrario, el valor simbólico asociado es el de acceso a más distinción y “éxito social”. De este modo, no es solo el instrumento de selección (PSU) el que reproduce segmentación sino también colabora la subjetividad de los propios interesados, como son este caso las propias familias. En la práctica, todas aspiran y luchan, en consecuencia, para diferenciarse de su propio grupo socio-económico de pertenencia.

En este contexto es que, y no obstante el valor de la discusión pública para desafiar la política pública a avanzar más rápido, y hacer los ajustes correspondientes al instrumento que hoy se dispone (PSU), el análisis de la subjetividad social muestra que las familias solo quieren diferenciarse una de otras. ¿Quién se hace cargo de abordar, entonces, esta paradoja social? La necesidad de diferenciación social pone así en cuestión el supuesto de un deseo social compartido por más integración e igualdad social. Así, cualquier debate que se haga a favor de mejorar la calidad educativa no puede omitir la dimensión simbólica que acompaña las aspiraciones parentales para los hijos e hijas.