Clínica de la subjetividad e investigación social.

Del caso singular a las contradicciones de lo social

Por Carolina Besoain y Ximena Zabala, Académicas Área de Psicología Clínica, UAH. Laboratorio Interdisciplinario de Subjetividad y Cambio Social.

¿Tiene algo que decir y que hacer la clínica sobre las grandes preguntas de nuestra época? ¿Hay algo que el dispositivo clínico pueda enseñarnos de los cambios y continuidades de lo social? ¿Es posible alguna articulación, entonces, entre lo singular –propio de un caso- y lo común o universal?

Desde sus comienzos la psicología clínica ha dado un lugar fundamental a la escucha de palabra dicha. Se trata de una cura por la palabra, tal como señalara Freud al inaugurar su nuevo método.

Escuchar el malestar de un paciente es escuchar la interrupción de un esfuerzo de continuidad y coherencia de un sujeto y sus esfuerzos, infructuosos, por restablecerla. El método clínico implica atender y dar comprensión a dichos esfuerzos, así como a las interrupciones y fisuras en aquel relato que hace un sujeto que sufre.

La palabra dicha participa de una tensión radical: por una parte la experiencia humana, cuya singularidad resulta irrepresentable, y por otro los esfuerzos de ese sujeto por poner esa experiencia en el horizonte de las representaciones de una comunidad. El resultado de esa tensión es el habla. Así la palabra dicha es, a la vez, propia y ajena, subjetiva y objetiva, individual y social. Lo humano, al mismo tiempo que encuentra en la palabra el sitio en el que llega a existir, para sí mismo y para los otros, está condenada a la incompletud de dicha existencia, ya que la palabra nunca consigue representar su singularidad, sólo la señala, dejando siempre un resto indecible, inarticulable.

El psicólogo clínico, cuando escucha el relato de un paciente, participa con toda radicalidad de esa realidad. La escucha clínica implica comprender las tensiones y contradicciones propios del relato de un sujeto, condenado a esa fisura entre palabra y experiencia, desde el lugar de esa particular relación que es la relación terapéutica.

Si el dispositivo clínico performa los esfuerzos de un sujeto de hacerse inteligible en la palabra, entonces podemos decir con toda seguridad que atender a esos esfuerzos, sus fracasos y modulaciones, podrá enseñarnos de la compleja relación entre sujeto y sociedad. Así, la comprensión de un solo caso podrá decirnos tanto de ese sujeto particular, como de esa alteridad, que es lo social, frente a la cual toma posición y emerge como diferencia.

Los enfoques biográficos en ciencias sociales han comprendido y sistematizado esta potencialidad de la escucha clínica para las ciencias humanas y sociales. En palabras de Michel Legrand (1) se trata de crear el campo de las Ciencias Clínicas del Sujeto, en tanto perspectiva que se distancia de la psicología experimental, en la cual el “objeto de estudio” de la ciencia es des-subjetivizado y el “sujeto” de la ciencia –el investigador- es neutralizado. El relato de vida, técnica privilegiada de este enfoque asume la investigación como un encuentro entre sujetos y considera el trabajo con aquello que resuena en el investigador, su contratransferencia o reflexividad, como una dimensión fundamental para la comprensión de lo que allí está sucediendo.

Lo anterior tiene consecuencias epistemológicas claras, al proponernos trascender la clásica distinción cientificista entre sujeto y objeto. Los enfoques biográficos nos proponen asumir la investigación como un encuentro entre sujetos, devolviendo a lo singular su dignidad epistémica. En cada relato de vida un sujeto performa sus esfuerzos y sus resistencias frente al otro social y sus mandatos. Así nos trae las diferentes dimensiones de la relación de un sujeto con su historia: tanto como producto de ésta, como también actor y productor de nuevas historias.

Es desde acá que es posible plantear el uso de los enfoques biográficos y las historias de vida como una vía de investigación privilegiada en el debate actual de las ciencias sociales acerca de los procesos de individualización en las sociedades contemporáneas. Efectivamente, bajo esta perspectiva, los procesos de modernización habrían conllevado a una progresiva independencia de la agencia individual respecto de las estructuras, de modo que habría un desfase entre las experiencias individuales y los procesos colectivos (2). La realidad se habría vuelto múltiple y segmentada, haciendo que el arraigamiento en la vida social de los individuos se vuelva más problemático y sus trayectorias individuales cada vez menos predecibles. No pudiendo recibir normas de acción armoniosas de las instituciones, los individuos cada vez más reflexivos y autónomos se encontrarían obligados a construir sus propias biografías asumiendo la responsabilidad y los costos de sus elecciones.

¿Significa esto que hoy los individuos se encuentran liberados de las instituciones que antaño les proveían los marcos normativos orientadores de sus destinos, al punto de que pueden construir su biografía de manera autárquica? ¿cuál es el peso de las instituciones hoy en la construcción biográfica de los individuos? ¿no será que hoy las instituciones más bien les proveen de lógicas de acción heterogéneas que más que orientarlos frente a las pruebas de su existencia, los tensionan obligándolos a resolver entre mandatos contradictorios? ¿acaso todos los individuos seguirán procesos homogéneos de individualización o las posibilidades de autodeterminación biográfica depende del acceso desigual a los recursos económicos, simbólicos, institucionales y sociales de que disponen según su posición en las distintas formas de estratificación social? ¿son pertinentes para entender los cambios culturales en Chile y Latinoamérica las teorías de la individualización cuyos contextos de origen son las sociedades industriales avanzadas?

Estas preguntas pueden ser entendidas como desafíos que una investigación con enfoque clínico podría asumir. En efecto, el estudio de las sociedades contemporáneas es inseparable del análisis del imperativo social que obliga a los individuos a constituirse a sí mismos (3). La inteligibilidad de los procesos sociales de hoy requiere de una mirada y de un método a escala de los individuos. Luego, investigar con un enfoque clínico-biográfico, permite estudiar de cerca el trabajo que el individuo hace sobre sí mismo, accediendo el punto de articulación del individuo con las jerarquías sociales, las relaciones socioculturales y la dinámica histórica (4).

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(1) Legrand, M. (1999). La contra-transferencia del investigador en los relatos de vida. Proposiciones, 29, 115-121.
(2) Dubet, F. (2006). El declive de la institución. Profesiones, sujetos e individuos en la modernidad. Barcelona: Gedisa
(3) Martucelli, D. & De Singly, F. (2012). Las sociologías del individuo. Santiago: LOM
(4) Bertaux, D. (1999). El enfoque biográfico, su validez metodológica, sus potencialidades. Proposiciones 29, 1-22.